"A Perú yo lo llevo en las entrañas", declaró el escritor Mario Vargas Llosa, al pronunciar este martes en Estocolmo su discurso de aceptación del Premio Nobel de Literatura, que fue un canto de amor a su país, a la cultura francesa, a España y, sobre todo, a los libros.
Con voz pausada, salvo en algunos momentos en que se le hizo un nudo en la garganta, el escritor peruano nacionalizado español pareció saborear cada palabra de su discurso, en el que recuerdos de su Arequipa natal, de París y Barcelona se mezclaron con personajes salidos de las páginas de Julio Verne, Alejandro Dumas, Victor Hugo, Gustave Flaubert y Jorge Luis Borges.
"Aprendí a leer a los cinco años, en la clase del hermano Justiniano, en el colegio de la Salle, en Cochabamba (Bolivia). Es la cosa más importante que me ha pasado en la vida".
Así empezó el discurso del Premio Nobel de Literatura 2010, que durante una hora cautivó y emocionó a los cerca de 200 privilegiados que tenían entradas para escucharlo en un hermoso salón de la Academia Sueca, en el barrio viejo de Estocolmo.
Vestido con traje azul oscuro, camisa celeste y corbata gris, el escritor, de 74 años, rememoró su infancia, en la que "viajó con el capitán Nemo veinte mil leguas de viaje submarino", luchó "junto con D'Artagnan, Athos, Porthos y Aramis" y se arrastró "por las entrañas de París, convertido en Jean Valjean".
Dio gracias, también, por haber podido dedicar buena parte de su tiempo a esa "pasión, vicio y maravilla que es escribir".
Y sacó el látigo para fustigar duramente las dictaduras, "de cualquier índole", y los fanatismos, religiosos o ideológicos.
"Como todas las épocas han tenido sus espantos, la nuestra es la de los fanáticos, la de los terroristas suicidas, antigua especie convencida de que matando se gana el paraíso", denunció el escritor, ensayista, dramaturgo, periodista y a veces poeta, que recibirá el Nobel el viernes, de manos del Rey Carlos Gustavo de Suecia.
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