Línea de fuego
Evo Morales y el mar
Está visto que la luna de miel en la sui géneris relación entre Bolivia y Chile, se aproxima a su fin. Los cantos de sirena que llegaban armoniosos a oídos del presidente Morales durante el gobierno de la señora Bachelet, han cesado. Sucedió lo que muchos advertíamos con preocupación y es que lo de la agenda de los 13 puntos, donde uno de ellos era el asunto marítimo, iba a resultar “el cuento del tío”. Se fue la señora Bachelet y ahora el presidente Morales quiere reclamar por unas susurrantes promesas al nuevo inquilino que dice desconocer nada que vaya más allá del interés de Chile.La Cancillería del rimbombante Estado Plurinacional de Bolivia, donde, según declaraciones del propio ministro Choquehuanca, creyó la historia de que lo primero que se debía hacer era consolidar la “confianza mutua” entre bolivianos y chilenos, como si unos y otros no nos conociéramos desde siempre. ¿Cuál ha sido el resultado de conocernos más? Que ahora, pasado más de un lustro de visitas recíprocas, los chilenos quieren menos saber de un arreglo con Bolivia que involucre ceder soberanía.Pero hay algo peor para Bolivia y es el retroceso que se ha tenido desde la llegada de Morales al poder. Antes, ya desde 1895, toda conversación o negociación con Chile se basaba en una solución con soberanía. La más importante en el siglo pasado (Banzer-Pinochet) establecía un corredor soberano que remataba al norte de Arica.Fracasó por la muy interesada respuesta peruana y la actitud chilena de no querer ni siquiera considerar lo establecido en el Tratado de 1929. El gobierno de Bolivia también tuvo culpa: no supo convencer al país de que un canje de territorios era la única solución para alcanzar un objetivo marítimo modesto.Hoy tenemos entre manos una agenda vacía, que ha dejado de tener importancia para Bolivia, salvo que se quiera seguir regateando precios por las aguas del Silala, gestionando el acopio de mineral en Iquique, los asuntos del contrabando, drogas, cuidados fitosanitarios o de la aftosa. Esto ha provocado que fuera relevada la viceministra de Relaciones Exteriores, remplazada por otra persona ajena al Servicio Exterior, lo que muestra la absoluta falta de interés en la materia del Estado Plurinacional. La política exterior se maneja desde el Palacio Quemado, lo que ha dejado una sucesión irreparable de errores. Morales está en una encrucijada con la situación portuaria, entre otras cosas por haber incluido en la Constitución el artículo en el que Bolivia se obliga a retornar de manera soberana al Pacífico. La norma constitucional dicta el régimen de derechos y libertades de los ciudadanos, pero eso no obliga a otras naciones hacer lo que Bolivia quiere.Los acuciantes conflictos por los que atraviesa Bolivia con los carburantes, alza en los precios de los alimentos, demandas salariales, escándalos por narcotráfico, y consecuente debilitamiento político del régimen, se van a agravar si la cuestión marítima fracasa. No habría que extrañarse, por tanto, que el próximo Día del Mar, el Presidente se desboque con un arranque patriotero. Él sabe que eso aliviaría internamente su situación, porque no existe major negocio que distraer la atención en momentos críticos y el mar siempre ha sido lo único que une a los bolivianos.
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