Ya no es sólo la judicialización, cada vez más frecuente y desde esferas gubernamentales, sino que los periodistas bolivianos tienen que enfrentarse a mayores agresiones físicas, que en ocasiones rayan con el peligro mortal.
Es el caso de lo sucedido en la madrugada de hoy lunes, cuando cuatro encapuchados ingresaron en la Radio Popular de Yacuiba e incendiaron ese medio de comunicación con cócteles molotov y, lo que es peor, rociaron con gasolina a uno de los propietarios de la radio, Fernando Vidal, y a la operadora Karen Anze, provocándoles quemaduras de tercer grado.
Cabe acotar que tanto Vidal como su socio, Esteban Farfán Romero, son fuertes críticos del gobierno de Evo Morales y de sus aliados regionales en el sur de Tarija.
¿Estamos ante un salto cualitativo en lo que se refiere a la violencia contra los periodistas cuestionadores?
Todo apunta a que sí.
Ya Reporteros Sin Fronteras se había expedido días atrás sobre el caso de los directivos del diario Sol de Pando, que tuvieron que refugiarse en Brasil a raíz del hostigamiento judicial impulsado por funcionarios de gobierno.
Y debe anotarse también entre los antecedentes recientes el proceso promovido desde el Palacio Quemado contra tres medios, por el solo hecho de reproducir declaraciones desafortunadas del presidente.
Igualmente, sería bueno recordar el atentado con explosivos en Yacuiba contra la repetidora del canal Unitel, sucedido años atrás, y que fue atribuido al integrante de la guardia presidencial, subteniente George Nava Zurita, quien no sólo no fue procesado sino que terminó siendo premiado con una beca en Venezuela.
¿Hacen falta más datos para configurar un patrón represivo hacia la prensa?
¿Y qué dirán a todo esto los siempre “prudentes” representantes de la ONU en Bolivia?
notishots@gmail.com
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