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miércoles, 26 de diciembre de 2012

Demetrio Reynolds se refiere a la mamada de Choquehuanca que costó un millón de dólares, mientras que el autor llama benevolente "la mamada de Nostradamus" y el fiasco del 21 de diciembre o el fin del tiempo. muy buen texto.

Todavía no era Navidad, pero ya en ese marco, bajo esa atmósfera espiritual que  lo envolvía todo, vimos y supimos de cosas no muy creíbles. El nuestro es realmente un país lleno de contrastes y de rarezas fantásticas, como ésa de que desde los ministerios operaba una “red privada de extorsión”. Entre las que cobran relevancia por sí mismas, ésa fue la última novedad espectacular que corrió por el mundo. Pero hubo también otras  como las que siguen:
Desde los canales se anunciaba que en horas más llegaría el fin de los tiempos; las  profecías señalaban con fatídica precisión que  el 21 de diciembre era el acabose apocalíptico del mundo “infame”; reforzaban esa predicción algunas versiones supuestamente científicas que hablaban de un bólido que caería del cielo. Bueno, todo eso en víspera de la Navidad era como echar agua al fuego: al infinito anhelo de paz, un  fatalismo trágico de la muerte. Y no pasó nada. Nostradamus otra vez nos ha “mamado”, pudo haber titulado  aquel periódico  sensacionalista del año 2000.
Mas, pese a la incredulidad, una dramática tensión vibraba en esas 24 horas cruciales del 21 de diciembre. Desde el fondo del corazón muchos clamaban que el cielo diera alguna señal de salvación. El silencio sería como un abandono. Pero no, ¡Él no nos abandonaría jamás! La respuesta vino al día siguiente con el sol que alumbró otra vez la faz de la tierra, e indujo a ingresar a la Navidad con renovada fe en Cristo.
La eventualidad potencial de esa catástrofe desnudó sin embargo nuestra pequeñez ante la inmensidad del universo cósmico; de ese fatalismo trágico es posible que se haya desprendido (¡ojalá!), para los poderosos, una lección de humildad. Otra gente tal vez ha recordado el desesperado escepticismo con que vio la realidad Omar Khayyam hace tantos años (1080): “El vasto mundo: un grano de polvo en el espacio. Toda la ciencia de los hombres: palabras. Los pueblos, los animales y las flores: palabras. El resultado de la meditación perpetua: nada”.
Y, caminando… A pesar de la temperatura benigna en esta época, la lluvia trae un relente frío que castiga en las noches y las madrugadas. En las esquinas de las calles,  junto a sus madres, hay muchos niños en cuya estampa famélica se delata la pobreza y la desnutrición. Igual que hace siete años, han venido a pedir limosna en Navidad. Hasta ellos no ha llegado el opulento Estado Plurinacional que gobierna el país a nombre de ellos. En tanto no sean políticamente útiles, tampoco llegará.
En la agenda de las excentricidades, se tiró sin asco la friolera de un millón de dólares, más un paquete de ideas revolucionarias. El “no tiempo” del pasado se reemplazaría con el “no pobre” de la nueva era (el ser no es; el no ser es: Heráclito, el oscuro). Retrotrayendo el Imperio Socialista de los Incas de hace 500 años, se implantaría el socialismo primitivo en lugar del “capitalismo salvaje”. La ONU de los países ricos sería  sustituida por la Organización Mundial de los Pobres. Los gobernantes  que ya no son pobres y están ahora en la categoría de los nuevos ricos, tendrían que transferir el poder a los que todavía son pobres. ¡Menudo problema para los líderes del capitalismo socialista del Chapare!

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