Esta icónica frase atribuida románticamente a Eva Perón por su discurso de despedida semanas antes de su muerte, es la composición de una ópera que resultó ser muy representativa y que ha sido llevada al cine, al teatro e interpretada por múltiples artistas del mundo. Lejos está la imagen de esa mujer de extremo populismo cuyo "ángel" con el pueblo trabajador le valió el denominativo de "Santa Evita". Su agonía y muerte a los 33 años, favoreció a que se creara alrededor de ella, el mito Eva Perón que perdura en el tiempo.
Sesenta años más tarde, la Argentina tiene en el balcón de la Casa Rosada a otra dama a punto de dar su último discurso en el que la frase sería: "Llora por mi culpa Argentina" y quien no heredará de Evita, más que su gusto por el lujo en joyas y pieles deslumbrantes. Heredera de una de las múltiples ramas distorsionadas del peronismo, más cercana al Socialismo del Siglo XXI por obra y gracias a los cultores de Gramsci que gustan de atribuirle su base filosófica e ideológica (?), embelesada por la billetera fácil de Hugo Chávez y la senil batuta de Fidel Castro, fue seducida sin remedio por las delicias de la acumulación de poder y su consiguiente gran enriquecimiento.
Los diez años de gobierno repartidos entre su difunto esposo Néstor quien le pasara la posta del poder político, Cristina Fernández, está a horas de convertirse en la artífice de una verdadera catástrofe. Como otros países de la región que han encarado la bonanza como una prolongada fiesta, lo primero que se le atribuirá a los diez años del gobierno de la "pareja real" como los llaman, será el desperdicio de una increíble oportunidad de levantar a su país a los niveles de hace cien años. La notable elección de sus equipos de administración, ha sido absolutamente favorables a ellos, no así al país. La incapacidad del equipo de los Kirchner, es tal, que hasta el famoso -por funesto- Foro de Sao Paulo, les ha quedado grande.
La corrupción más descarada, está caracterizada ante la opinión pública en la figura del Vice Presidente Amado Boudou -entre muchos otros se entiende-, quien en las últimas horas, por previsión, ha fijado oficialmente su residencia en el Uruguay luego de haber hecho descarnadamente uso de influencias en su beneficio personal. La estantería social se les vendrá abajo sin ninguna duda, por la inflación – la infalible receta para empobrecer un país- calculada en un 25% y la vertiginosa merma de las reservas internacionales que sólo durante el mes de enero de este año, ha sido de dos mil quinientos millones de dólares, lo que hace prever que se está cerrando el grifo de las prebendas y subsidios y que ya ha impulsando a medio millón de personas, a entrar en el margen de los más pobres. Y todo esto en sólo un mes.
La inseguridad jurídica que trae la ausencia total de inversiones de las que la Argentina esta desesperadamente necesitada y la desinstitucionalización en marco de franco caos, le pone al panorama argentino una sombra de inéditas proporciones. El cepo cambiario y la situación casi de rehenes por los dictados del Banco Central, hace temer que en caso de insostenibilidad del régimen, nuevamente los ahorros de la ciudadanía podrían corren el riesgo de desaparecer. El control policíaco que ejercen los organismos del gobierno que manejan la economía argentina, solo echa más leña al fuego como si a la improvisación de su política, se la pudiera subsanar controlándolo todo. En el afán de retener las divisas en sus bóvedas, se han frenado de gran manera las importaciones, lo que a corto plazo traerá -como en Venezuela- el desabastecimiento de ciertos productos, sin contar que ya la crisis energética se dejó sentir en el sofocante verano pero al verano, siempre, le sigue el invierno y sin energía, son palabras mayores. Por otra parte en el afán de mantenerse precariamente en la cresta del poder, hace que los productores argentinos estén obligados a proveer al mercado interno, privando al tesoro de ingresos frescos de divisas. Es que jugar de populistas y ser benefactor de los pobres a tiempo de cavar las fosas para sepultarlos, es una política peligrosa.
Las protestas de diciembre de 2013 apunta claramente cuán desencantada está la gente con este régimen y confirma aquello que cuando al pueblo se le toca el bolsillo, no hay líder -por muy populista que sea-, capaz de capear la embestida popular. La debacle oficialista luego de las elecciones de octubre, que además de sepultar la posibilidad de perpetuación, especula de que si no sería menos dañino para todos acortar el mandato de la Presidente.
Con esto ya van dos los campos arrasados por estos modernos Atilas. Los que quedan aún tienen espacio para seguir haciendo daño empeñados en la destrucción. El suicidio es inminente. Falta ver cuál será el procedimiento escogido.
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