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viernes, 24 de julio de 2015

Erika afiló su texto adecuándolo a lo último sucedido en LP. atendamos a su lógico razonamiento "no es posible pedir racionalidad" lo cierto es que Potosí se hastió de tanto engaño, de una mentira tras otra...sin fin.


La movilización propiciada por el Comité Cívico de Potosí da cuenta de su tradicional vocación de lucha e interpelación al poder constituido. Sin prever la magnitud del problema, que coincide con el fin de la bonanza, el Gobierno apela a la receta de descalificar y dividir para reinar. Atiza el fuego y la bronca colectiva. Con menos recursos, le llegó el tiempo de lidiar con los rebeldes que honran su visión de entender la democracia y la política como un campo de lucha y confrontación permanente.
Poco ha cambiado el país. Persisten las formas y la manera de expresar y gestionar la conflictividad. Tras 10 años de proceso de cambio, persiste la ‘normalización’ e incluso la ‘exaltación’ del ritual de la protesta que difícilmente encuentra espacios institucionales legítimos para canalizar soluciones. ¿Cómo explicar la protesta a pocos meses de que Potosí ratificara su condición de bastión electoral de Evo Morales? ¿Se debe a la volatilidad del estado de ánimo y de las percepciones de la ciudadanía respecto al poder, combinada con la eficacia de grupos corporativos movilizados ante la inminente merma de la renta minera?
A estas alturas, no es posible pedir racionalidad a un conflicto que ha escalado y ampliado un pliego de demandas preñado de un sentimiento de frustración y despojo históricamente incubado. Las justas y urgentes peticiones relativas a la salud y a la integración caminera insatisfechas interpelan la eficacia y pertinencia de la inversión pública durante estos últimos 10 años. Tampoco resulta irracional reclamar la construcción de un aeropuerto internacional cuando Chapare celebra tener el suyo. El grito de Potosí federal resulta paradójico al esperarlo todo del nivel nacional y del presidente.
Persiste una lógica localista muy arraigada en el país, ostensible en tiempos de crisis. La idea de que cada departamento cuente con su fábrica de cemento, vidrios, etc., cierra el paso no solo a emprendimientos de desarrollo bidepartamentales o macrorregionales complementarios con visión de país, sino también al abordaje menos convencional de problemas limítrofes como el experimentado con Oruro.
El maximalismo del todo o nada es dominante. Lamentablemente, no se aprovechó la prosperidad para moderar el chip ‘extractivista’, rentista y de la demagógica venta de ilusiones. El conflicto anuncia una tregua que no disipa la amenaza de futuros nubarrones debido a acuerdos difíciles o imposibles de cumplir. Pese a ello, entre empates y nuevas promesas, se habrá sumado a la memoria histórica un nuevo capítulo de lucha, de heroica resistencia y de gloria.

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