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sábado, 9 de enero de 2016

El Deber reflexiona sobre la muy "suave reprimenda del Tribunal Electoral al Ejecutivo" por el faltamiento a las normas. expresiones que de lo cortés, rebajan el tono a miedo, a verguenza de expresar la verdad. así Evo se ríe del reclamo y dice que no le importa porque ya gobernaron...aunque el 21 el pueblo le diga basta!

El Tribunal Supremo Electoral (TSE) envió el martes pasado una misiva al presidente Evo Morales en la que le exige que cumpla la norma electoral que impide la campaña proselitista en actos de entrega de obras públicas en el marco del referendo constitucional del 21 de febrero. Ese día la población boliviana deberá pronunciarse sobre si acepta o rechaza la reforma constitucional que le permitiría al mandatario ser candidato en 2019 para un cuarto periodo.

Esta no es la primera vez que el aparato gubernamental se pone a disposición de los afanes electorales de Morales. De forma sistemática, en la última década, los funcionarios, que se supone están para administrar el Estado, se han alineado detrás de las aspiraciones políticas del gobernante. Lo llamativo es que la misiva del TSE no es más que un saludo a la bandera, una caricia respetuosa para quienes abiertamente están abusando de su poder para intentar perpetuarse en el mismo hasta 2025, año en que vencerá el mandato presidencial en caso de imponerse la reforma de la CPE.

Está claro que la insistencia en colocar toda obra estatal al servicio de la campaña presidencial señala un inocultable nerviosismo del oficialismo dado que algunas encuestas no parecen favorecer al Sí. El mismo Morales se lo admitió al vicepresidente cuando dijo que “aunque no aprueben finalmente la reelección, no importa, hicimos historia gracias al pueblo boliviano”.
Medios y fines. El fin nunca justifica los medios. Las obras públicas son para beneficio de la gente, no para impulsar una campaña electoral. Y allí radica la actual paradoja. La gente está de acuerdo, en gran medida, con las disposiciones gubernamentales que apuntan a mejorar los servicios y la infraestructura del país. 

Todos quieren desarrollo económico y han respaldado a Morales porque combinó políticas sociales con ortodoxia liberal de mercado. Sin embargo, ese mismo electorado sospecha de los afanes hegemónicos de quienes detentan hoy el poder. Sabe que no hay democracia sin alternancia y sin participación de todos los sectores políticos. Y que la concentración de poder no hace más que abrir la puerta al autoritarismo y a los abusos.

Ojalá las actuales autoridades sepan leer la misiva del TSE en ese contexto. Todos sabemos que será letra muerta si la voluntad de poder se mantiene por encima de las instituciones. En esa batalla se juega buena parte de la calidad de democracia que queremos todos los bolivianos

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