Un siglo de lucha contra las drogas
Mauricio Aira
El primer tratado
contra la droga tuvo lugar en La Haya hace 100 años dirigido específicamente
contra el opio, el segundo denominado Convención Única sobre Estupefacientes en
1961 y finalmente en 1988 se suscribe la Convención de NNUU contra el Tráfico
de Drogas y Sustancias Psicotrópicas. Documentos
que expresan el consenso mundial para
combatir la producción y el tráfico de estupefacientes.
Si en 1912 el
opio era considerado el enemigo número uno de la humanidad hoy lo es
esencialmente la cocaína denominada dura por sus perniciosos efectos. La historia
de la droga es muy variada como lo pone de relieve una entrega puntual de la
BBC de Londres que cita a Oscar Wilde en “El retrato de Dorian Gray” que
describe los antros del vicio llamados fumaderos como una aberración de la aburguesada sociedad
inglesa, que fue mudando del opio a la cocaína presente ya en obras de Arthur
Conan Doyle cuyo personaje de ficción Sherlock Holmes tenía el hábito de
inyectarse cocaína.
El Reino Unido
libró verdaderas guerras en defensa del opio como droga de ocio y permitió, si
se quiere, estimuló su importación masiva de China en beneficio de sus clases
altas y permisivas que se adormecían bajo de los efectos del opio ideal para su
“inocente pasar”, a tiempo que la cocaína se popularizaba entre bandas callejeras
de los EEUU consumida por negros y clases bajas propensas a toda forma de
delito.
Con la Primera Guerra
ingresó el Reino Unido a un mundo de convivencia del opio, la cocaína y la prostitución
resultando en una alarma general que
impulsó la Convención Internacional de La Haya que cumple 100 años en medio de
frecuentes críticas de haber provocado el fracaso de la guerra contra la droga.
Bolivia que ingresó pronto a la Liga de las Naciones transformada más tarde en
la ONU, suscribió las tres Convenciones a cuya ejecución se comprometió
solemnemente.
La caída del
precio del estaño determinó el cierre de las minas y la dispersión de miles de
desocupados mineros por todo el país y relocalizados en El Chapare donde se
dedican a la producción de las hojas de coca, materia prima para su conversión
en cocaína que ganó los grandes mercados de EEUU y de Europa generando un auge
económico extraordinario. En contraposición surgen políticas duras para
reprimir el narcotráfico y erradicar las plantaciones. Aparece la Ley 1008
interpretando las Convenciones y el fuerte compromiso estatal para el control jurídico
legal de lo ilícito dando lugar a una organización suigéneris de
minero-cocaleros en sindicatos y seis grandes federaciones aferradas a defender
la hoja de coca, opuesta a la Ley.
Sobreviene un
largo período de 20 años de lucha contra la droga y de siembra febril de la
coca, que se podrá calificar como “una guerra de baja intensidad” con acción
violenta de las FFAA erradicando por la fuerza y los cocaleros librando escaramuzas
incluidos muertos y heridos para no dejarse.
Surgen entonces los liderazgos cocaleros Evo
Morales relocalizado, futbolista entusiasta y trompetista de bandas musicales
que animaban la vida social. Varias mujeres siguen le siguen y están en primera línea de las movilizaciones
Silvia Lazarte, Leonilda Zurita, Celima Torrico, Felipa Mamani, Margarita Terán
y sus hermanas mientras que ideólogos y activistas de izquierda dieron forma a
una cierta ideología que oponiéndose a la erradicación, recogió legítimas
banderas de reivindicación social y política, inspiró la fundación del
Movimiento al Socialismo (MAS que se presta la sigla de una agrupación ya
conocida) y se transforma en un ariete político electoral con que concurrir a
las elecciones, obviar la guerrilla que fue la otra alternativa, y procurarse
una presencia nacional que logró la adhesión de 20 mil votos a favor en la
primera elección y la última que mostró un inédito apoyo del 53.6% que
catapultó a Evo Morales como Presidente de la República.
Aunque
oficialmente Bolivia ha denunciado la Convención Única de 1961 el debate sobre
la legalización de la cocaína continúa vivo, siendo la última novedad que el
MAS se opone con fuerza a la medida, que en la práctica podría dejar sin
beneficios a miles de cocaleros que nutren el narcotráfico a ojos vista y que
constituyen el soporte de la Administración vigente.